Brevet 200: Del Duero al Douro

Tras la magnífica jornada de ayer, hoy toca la primera brevet independiente del año, con un 200 que anda a caballo de España y Portugal, siguiendo el cauce del Duero en la comarca de Las Arribes, una zona especialmente bonita.

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Del Duero al Douro C. Rodrigo 200 km 3000 m+ IR

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Ha estado lloviendo gran parte de la noche y hace frío a primera hora. Hay una densa niebla cubriendo el coche a las ocho de la mañana y decido retrasar un poco la salida. Saliendo a las nueve no creo que me de tiempo a hacer la ruta completamente de día, pero prefiero una hora o dos por la noche a tener que arrancar bajo estas condiciones.


Los primeros cuarenta kilómetros paso poco frío porque voy bien abrigado y porque no deja de ser un terreno de toboganes que me permiten coger calor en cada subida. La niebla no se empieza a disipar hasta estar a pocos metros de Lumbrales. Menos mal que ya me conozco esta zona porque he llegado prácticamente a ciegas.


Encuentro una panadería abierta y no dudo en entrar a pillar una palmera de chocolate y una cocacola para hacer un segundo desayuno. Para ir hacia Saucelle hay una señal que marca el puerto de La Molinera.


Salgo de Lumbrales en dirección a ese puerto pero me encuentro que todo es terreno descendente. La carretera está desierta y disfruto como un enano viendo los barrancos por los que bajan los diferentes arroyos.


La señal de puerto de La Molinera se encuentra en un puente y marca escasos 200 y pico metros de desnivel. ¡Será un puerto de mar!


Parecía que la niebla iba a dejar paso a un día soleado pero no es así. Incluso está cayendo de nuevo y vuelve a hacer fresquito.


La subida a Saucelle por esta vertiente que empieza a la altura del río Huebra es muy mantenida con un constante 5% durante ocho kilómetros. Se me pasa rápido pero llego arriba con ganas de tomarme un ligero descanso porque las vistas ya son muy cerradas y no puedo disfrutar como se merece.


Esta parte vuelve a ser terreno conocido de cuando estuve cimeando hace unos años. Desciendo hasta el embalse haciendo un par de paradas para retratar los meandros del Duero.


Llego a la presa y me entran unas ganas terribles de cagar. La palmera de chocolate ha debido hacer efecto en mis tripas y me pega un buen apretón. Pero no tengo papel con el que limpiarme y hago por aguantarme, hasta que se me pasa bastante.


Dejo atrás la presa por una fuerte rampa y continúo por la orilla portuguesa del Douro. En pocos metros se coge una buena altitud para apreciar la presa completamente.


Un corto tramo entre viñedos por la N-232 me lleva hasta el inicio de la dura subida a Poiares, con cuatro kilómetros por encima de la doble cifra de media y con una rampa final que supera ampliamente el 20%. Hace tiempo que terminé con los CIMAs y no tenía previsto hacer más pero, cuando analicé la ruta con el objetivo del BIG de Marofa, ví que me pillaba de paso y que no me costaba nada subir y bajar para apuntármelo, aunque ya solo sea en mi lista personal.


El inicio acojona un poco. Se ve la carretera por el cortado, allá arriba, y como sé que solo son cuatro kilómetros ya me espero lo peor. Me preparo mentalmente durante un minutillo de descanso y para arriba.


Es duro pero llevo buen desarrollo y solo es cuestión de paciencia. Cuatro kilómetros pasan rápido y voy restando según se van acumulando en el cuentakilómetros.


Hay un buen descanso en la parte central, lo justo para disfrutar bien de las vistas del Duero que se van obteniendo. Ayuda que sale el sol y todo se vuelve más luminoso y colorido.


Pero ese mismo sol se convierte en una pequeña tortura en la rampa fatídica, donde la ropa invernal hace que sude demasiado durante unos momentos interminables.


Por fin llego arriba y tampoco está el día para desabrocharse nada. Corre aire frío en altura y apenas me detengo un minuto, lo justo para echar un trago.


Desde la curva de llegada se puede ver casi toda la subida. Es de esas ideales para que alguien te acompañe y lo vea todo degustando cualquier manjar sentado en una silla campera.


El descenso me devuelve a mi punto de partida: el río Duero. La carretera continúa desierta y ya veo a lo lejos la coqueta población de Barca d´Alva.


Cruzo el Duero a la altura de Barca d´Alba. Veo a tres o cuatro viejillos portugueses sentados en las aceras mientras paso. Por lo demás ... ni un alma.


Inicio una subida que no tenía en los planes y que me sorprende gratamente. Para llegar a Escalhao me esperan más de doce kilómetros a una media del 4%. 


Voy ganando altitud gracias a una carretera serpenteante a media ladera que me ofrece unas vistas muy amplias del valle.


Hasta que alcanzo el mirador del alto de Sapinha. No conozco el nombre de este puerto y, aunque quedan un par de kilómetros para culminar es Escalhao, creo que este debe ser el nombre correcto.


El final de este puerto me gusta mucho, con un paisaje de vaguadas más propio de otros puertos de alta montaña. El 4% se mantiene y no me cuesta mucho, salvo en la parte final, donde el viento de cara me complica mucho la subida.


Se me habían pasado las ganas de jiñar pero vuelven de golpe. Paso por la localidad sin ver nada abierto. Es domingo y hace frío, lo que hace que no haya nadie por las calles. Cada vez sopla más el aire. Se está convirtiendo en algo muy molesto.


Llego a Fiueira de Castelo Rodrigo, inicio del BIG de Marofa, apretando bastante el culo y rezando por que no se ponga a llover. La cima de la montaña está cubierta de niebla y se está poniendo muy feo.


Apenas cuatro kilómetros desde una rotonda son todo lo que depara este decepcionante BIG. Al igual que con el CIMA, cada vez son más tristes.


Con un viento que casi me tira de la bici, llego a la cima de Marofa. No puedo ver nada porque hay niebla cerrada y solo paro un minuto para abrigarme bien para la bajada.


Desciendo a toda leche camino de Reigada, donde encuentro un bar abierto. Me tomo una cocacola y un paquete de patatas fritas como excusa para entrar al baño y coger papel higiénico en cantidad suficiente como para meterme luego detrás de un seto. No voy a ponerme a cagar en este lugar y dejar la bicicleta a solas en la calle, así se ahorran la tufada que les iba a dejar.


A partir de aquí, tras cagar a gusto en una campa antes de llegar a Almeida, el viento me pega de costado, con predominancia favorable, y vuelo camino de la frontera española de Vilar Formoso.


Como había previsto al retrasar la salida esta mañana, se me hace de noche justo en este momento. El cambio ha sido muy favorable para mis intereses porque, aunque sea de noche, no voy a pasar nada de frío.


Como tantas otras veces, voy camino de Ciudad Rodrigo por una carretera solitaria paralela a la autovía. Empieza a chispear un poco pero no me molesta. Estoy acabando muy bien.


Llego a Ciudad Rodrigo en el preciso instante el que el cuentakilómetros pasa de 200km y superando los tres mil metros de desnivel positivo acumulado. De un plumazo he superado dos pasos del Mauna Kea, dos meses antes de lo que lo hiciera el año pasado. Han sido pocos días de bici pero muy fructíferos. Una ruta con BIG y CIMA que me sirve para los pasos 3 y 4 del Mauna Kea. Y todo ello yendo muy entretenido y sin fatigarme demasiado. Así da gusto.

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1 Comentarios

  1. Esperando la crónica me recreo con las fotos. ¿Pasaste frío? Ese territorio me espera en primavera.

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