Acantilados de Aixerrota

Quedan menos de seis meses para el MAPOMA y hay que empezar a hacer distancias en asfalto porque no tiene nada que ver con ir por la montaña, así que nos vamos a Getxo para correr por los acantilados de Aixerrota y recordar así viejos tiempos preparando alguna que otra cosita.

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Acantilados de Aixerrota Getxo 25 km 300 m+ IR

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Llegamos a la playa de Ereaga y hace un frío alucinante para esta época del año. Tanto es así que nos cuesta un montón salir del coche y me paso un buen rato llorando y llorando para no salir. Al final, aunque solo sea por aprovechar el viaje, decidimos salir a ver qué pasa y nos conformamos con hacer unos kilometrillos por el paseo que va hasta el Puente Colgante.


Las piernas duelen un montón con este frío y cuesta avanzar hacia Las Arenas pero, como por arte de magia, deja de chispear y hasta sale el sol para ir calentando poco a poco el ambiente. Cuando regresamos al coche, con casi media docena de kilómetros hechos, decidimos seguir con el plan original e ir hasta Sopelana por los acantilados.


Subimos por las escaleras del puerto viejo de Algorta y no nos terminamos de creer lo que ha pasado en apenas unos minutos. Hemos pasado de un día invernal a una mañana primaveral en un ti-tá.


Desde las alturas, se ve el cielo cubierto hacia Bilbao y cómo ha aclarado sobre nosotros. Aún así, muscularmente va a costar.


Aparece Punta Galea frente a nosotros y el cielo sigue despejado por la costa. No nos habríamos perdonado el habernos quedado en el coche.


Alcanzamos la zona alta de Aixerrota y ya noto que las piernas no caminan como antaño. Llevo un mes con muy poca actividad física y me temo que mi magnífico estado de forma habrá pasado a la historia.


Para llegar al mirador de Punta Galea hay que seguir subiendo y se hace larga la condenada cuesta. Las piernas no terminan de entrar en calor porque tengo metido en el frío hasta los huesos.


Pero empezamos a bajar y parece pasarse. El asfalto es todo lo contrario a la montaña.


Este tramo de los acantilados es la mejor parte de la mañana pero se hace muy duro tanto sube y baja. A mí no me convence saber que tendremos que volver por el mismo lado y me gustaría más hacer una vuelta circular o seguir en línea hasta donde fuera.



A medida que vamos avanzando, desaparece el sol por completo pero ya no hace tanto frío como por la mañana porque algo ha calentado. Empieza a nublarse bastante y tememos lo peor para la vuelta.


Vamos charlando ... pero poco. Parece que la cosa no va sobrada y que el final se va a hacer muy duro. Todavía queda una subidita más antes de dejarnos caer hasta la playa de Sopelana.


El mar está calmado pero hay un buen oleaje en la costa, lo que aprovechan los surfistas para disfrutar de su deporte.


También aprovechan el viento los de la escuela de parapente de Sopelana y hay unos cuantos preparándose para lanzarse al vuelo desde lo alto de los acantilados.


Llegamos a Sopelana con quince kilómetros en las doloridas piernas y nos quedamos un rato contemplando el mar antes de regresar por el mismo camino. El Cantábrico es un espectáculo en invierno.


La vuelta ... bien, gracias. Cuando vamos por Algorta, con el medio maratón superado, nos miramos con esa cara que dice sin hablar que me duele todo de cintura para abajo. El frío ha llegado y ¡qué duro es correr de largo!

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