El espectáculo del Nivolet

Si hay una subida a la que le tengo ganas, esa es el colle del Nivolet. Ya en 2.009, en mi primera incursión por la cordillera alpina, estuve viendo fotos de esta maravillosa ascensión, situada en pleno Parco Nazionale del Gran Paradiso, pero tuve que dejarla de lado porque el valle de Locana está un poco a desmano y no me cuadraba en los planes de aquel viaje tan ambicioso. Pera esta vez no hay duda y pasa a ser objetivo principal de las vacaciones.

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Espectáculo Nivolet Locana 80 km 2000 m+ IR

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El viaje desde la zona de los lagos ha sido largo pero, como la etapa de hoy es corta, tengo tiempo suficiente para descansar. Duermo en Locana con preocupación por el tiempo que viene. He disfrutado de unos días estupendos pero va y se estropea justo el día más importante. Quería subir al lago di Teleccio por recomendación de Fernando pero lo voy a dejar porque está lloviendo.


Hay un claro que me da esperanzas. La carretera está encharcada y me mojo con las salpicaduras pero no me importa nada. Tengo tantas ganas de disfrutar de un lugar que solo he visto por fotos pero que promete ser impresionante.


Son cuarenta kilómetros de subida, con una media del 5%. Eso son dos mil metros de desnivel del tirón, así que me voy a estar varias horas. La primera decena, hasta llegar a Noasca, es un paseo muy entretenido.


Van pasando los kilómetros y el día se va nublando. Parece que la tregua del tiempo ha durado poco. La subida sigue siendo muy suave, así que se tendrá que poner peliaguda en cuanto vaya ganando altitud.


Tras la parte tan sencilla que hay para llegar a Noasca, vienen unos kilómetros que se mantienen con pendientes que rondan siempre el 9%, con un merecido descanso central que permite recuperar el aliento.


Se llega a Ceresole Reale con una pendiente algo más relajada. La nubosidad ha ido en aumento y ya no se ven las montañas. Maldigo la mala suerte de que sea precisamente hoy el día que peor tiempo me hace.


Llego al lago di Ceresole. Esta subida tiene a los lagos como grandes protagonistas. He superado la primera mitad y todavía me quedan otros veinte kilómetros de puerto, que se dice pronto. 


Sigo subiendo y el paisaje se va embruteciendo a cada pedalada que doy. La carretera es más estrecha y empieza a chispear.


El cambio ha sido brutal en tan solo unos minutos. Aparecen unas nubes negras de la nada y comienza a llover. Me queda la parte más interesante del puerto y me jode un huevo quedarme sin las enormes vistas que hay en este paraíso.


Hasta Chiapili di Soto he disfrutado de una zona cómoda pero se acercan más de siete kilómetros en los que no se baja nunca de un 8% que, a estas alturas, con treinta kilómetros de ininterrumpida subida en las patas, ya van pesando.


Llueve con fuerza y la carretera se convierte en una piscina. Bajan un par de coches y me animan mucho los conductores al ver lo mucho que me cuesta levantar la cabeza del suelo.


No se ve mucho pero algo me llama la atención. Hay un punto rojo que se va moviendo por la ladera y, cuando tiro de zoom con la cámara de fotos, veo a un ciclista que va subiendo por un sendero empinadísimo en su BTT. Con lo que está lloviendo y el tío ahí que va con el barro y todo.


El tramo por el que voy en estos momentos es brutal. Es una pena que no se vea nada más que las revueltas que van quedando debajo de mí, sin poder disfrutar de la profundidad del valle.


Estoy llegando a la presa del lago Serrú y llueve cada vez de forma más bestia. Hay un tejadillo en una caseta y estoy a punto de rendirme, pero saco fuerzas y las ganas de avistar la cima pueden más como para seguir sufriendo por un rato.


Llego al km.35 y llega un pequeño descanso al superar la altitud del lago Serrú y bajar al lago Agnel tras una pequeña colina que los separa.


El paisaje es impresionante. Hay muchos neveros y es una pena enorme que no pueda disfrutar del perfil de las montañas por encontrarse oculto entre la niebla.


Quedan cinco kilómetros al 6%. No es mucha pendiente pero, después de más de treinta kilómetros seguidos subiendo, ya va agarrando lo suyo. Y no para de llover.


La lluvia no solo no cesa sino que va en aumento. Aún así, no puedo dejar de sacar fotos, arriesgando la cámara bajo el agua. En algunos tramos hay unos regueros enormes cruzando la carretera.


Voy ganando altitud y soy testigo de un movimiento de nubes espectacular, tanto por encima como por debajo de mí. Por suerte, la temperatura es agradable y no tengo ningún frío.


Ya falta poco para coronar cuando me encuentro con un mirador para disfrutar de la vista de los lagos. La pena es que la niebla lo tapa todo y no puedo apreciarlos como se merecen.


Llego al km.40 cuando la cima del colle del Nivolet se encuentra a unos metros. Hay varios coches aparcados en ella y sigue lloviendo sin parar.


En el colle del Nivolet hay un tejadillo y me encuentro ahí con el ciclista de rojo que subía con su BTT por un sendero. Como no podía ser de otra manera, se está resguardando de la lluvia. Por lo que me cuenta, debe subir casi a diario. Me asomo a la otra vertiente para ver los lagos del Nivolet, donde acaba la carretera junto a un refugio de montaña, y vuelvo para taparme junto a él.


Entablo conversación con Paolo y me ofrece unas galletas de su avituallamiento, algo que le agradezco mucho porque me he subido sin nada y ya han pasado varias horas desde el desayuno. Nos hacemos un autorretrato con su móvil y nos intercambiamos los correos para enviárnoslas.


Me gusta mucho la camaradería de los ciclistas italianos. Ya van unas cuantas incursiones por el país transalpino y siempre coincido con gente maja. Además, el idioma permite que nos comuniquemos con mucha facilidad.

Deja de llover y decido bajarme para no coger frío. En el descenso, llego al mirador y se ve algo más, lo que aprovecho para grabar un pequeño vídeo de los lagos.


Este pepino de subida es impresionante, tal vez el puerto más espectacular que haya subido nunca. Ya había dicho eso antes pero la relación de puertos que ya tengo en mi haber hace que esta afirmación adquiera mucho más valor.


El descenso es tan largo que aprovecho un par de puntos para sacar alguna foto que no había podido hacer en subida por culpa de la lluvia. Me da mucha pena terminar este día y pongo este puerto de nuevo en la lista de pendientes. Aquí tengo que volver sí o sí.


Concluyo la etapa y sigo con lo planeado. Mañana tengo una jornada con varios puertos en plan picaflor. Tengo que hacer un pequeño traslado pero, como tengo la tarde libre, decido pasarla en Turín y hacer un poco de turismo.


Me doy un buen paseo por las calles de Turín, por la zona del Jardín Real y de la Universidad, de donde saco wifi gratis para estar un rato con la tablet.


El edificio del Museo Nacionale del Cinema es impresionante pero me llama más la atención que las calles estén desiertas, al tiempo que muy sucias. No sé si será porque en Bilbao se puede comer en el suelo pero no soporto verlo todo lleno de papeles tirados.


A pesar del mal tiempo de hoy, ha sido un día memorable. Podría haber sido mejor pero lo visto ha sido tan espectacular que no le voy a poner peros. Si acaso, habrá que volver al Nivolet ... ¡y lo haré!

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