BIHUBI 5: Bailo - Estella

La renuncia voluntaria a hacer las Bárdenas Reales me ocasiona un pequeño dilema. No sé qué ruta tomar de vuelta a casa. La opción fácil es seguir por Yesa, pero me la sé de memoria, así que improviso un paso directo vía Sangüesa. En Bailo, tras empezar la jornada con el descenso del puerto de Santa Bárbara, me desvío a la izquierda por terreno desconocido y sin track en el GPS.



En principio, la carretera tiene buen asfalto y un trazado serpenteante y ondulado mucho más atractivo que el que bordea el embalse de Yesa. Creo que ha sido un acierto total el meterme por aquí.


Entro en el cuerno norte de la provincia de Zaragoza después de dejar atrás la pequeña población de Larúes, que no son más que cuatro casitas.


El viento terrible de estos días atrás sigue siendo fuerte pero, tal vez por estar a cubierto de tanta loma y protegido por sus laderas, no me incomoda tanto.


Kilómetro arriba, kilómetro abajo, empiezo a subir con más continuidad a medida que me acerco a Bagües. Por aquí no pasa un solo coche en todo lo que llevo de etapa y el sol empieza a castigar de lo lindo.


Lo primero que destaca cuando se entra en Bagües es la iglesia románica de San Julián que, como indican los numerosos carteles que te van avisando por la carretera, está fechada en el siglo XI, así que lleva ahí puesta mil años.


Yo solo tardo un par de minutos en pasar por delante de ella para continuar la ascensión a una cota que no tiene nombre y que, tras preguntar más tarde en Los Pintanos, ni los lugareños han bautizado. Según los mapas que he revisado, se denomina algo así como Paco del Monte al collado de altitud máxima pero, gracias al comentario esclarecedor de Samuel, un ciclista de la zona que lo tiene muy trillado, lo denominaré puerto de Bagüès.


Son tres kilómetros y medio al 5% que se hacen muy entretenidos, con continuas curvas y, para lo que suele ser habitual en Zaragoza, con bastante vegetación.


El descenso sigue la misma tónica de curvas y más curvas. Esta carretera tiene que ser un suplicio para hacerla en coche yendo con niños. Aquí echan hasta el apellido.


De Los Pintanos a Sangüesa tengo otro puertito: Cuatro Caminos. Primero hay que descender hasta Undués Pintano, desde donde ya no se deja de subir en ocho kilómetros.


El trazado de la subida se encuentra en obras, como bien me ha avisado un lugareño al pasar por las casas. No me extraña que vayan a enderezar algunas curvas porque hay que ver qué trazado más sinuoso tiene esta carretera.


Para el cicloturismo es una pena que rediseñen este puerto pero entiendo que los locales lo van a agradecer mucho.


Aunque la cota más alta la he tenido un kilómetro más atrás, la carretera empalma con la que va de Sos del Rey Católico a Ruesta a la altura del puerto de Cuatro Caminos. El cruce deja claro el porqué del nombre y desciendo de frente hacia Undués de Lerda porque el lugareño que me avisó del estado de obras del puerto también me indicó que tenía un atajo no asfaltado pero en muy buen estado desde Undués a Sangüesa que me quitaba más de diez kilómetros al evitarme pasar por Sos y dar el rodeo.


El descenso de Cuatro Caminos a Undués se hace por una carretera nuevecita y se coge una velocidad bestial debido a la pendiente que lleva. Coincido con varios ciclistas que están haciendo la subida por esta vertiente.


En Undués de Lerda hay una rotonda con una fuente, un banco y una buena sombra en la que detenerse para comer. Una vez llenado bien el estómago, lleno los bidones y continuo por la carretera que sale con indicaciones de Sangüesa y Javier y con aviso de que estará finalizada en apenas un kilómetro.


El Camino de Santiago atraviesa la carretera justo antes de que se convierta en pista. Siempre que tengo la oportunidad de coincidir con peregrinos, los veo con unas caras que me pregunto si les compensará el Camino el soberano aburrimiento que transmiten con la cara, que dicen que es el espejo del alma.


Finaliza la carretera y da paso a una pista en bastante buen estado hasta para la bicicleta de ruedas finas.


Me adelantan un par de vehículos agrícolas que van casi a mi velocidad y que, como levantan un poco de polvo, prefiero dejarlos pasar y darles un tiempo para que se alejen.


La pista conecta con la carretera de Sangüesa a Javier y llego a mi destino tras una buena y rápida bajada.


¡Hala! ¡A rodar! Volvemos a la pesadilla del fuerte viento en contra y de las rectas interminables en las que padecerlo a gusto. Momentos como este me hacen pensar si será buena idea hacer una BITABI con cientos de kilómetros planos por ambas Castillas y por las inmensas llanuras que rodean el Guadalquivir. Como me encuentre vientos así en esa ruta, me puedo dar por bien jodido.


Pensaba que estaba más cerca de Tafalla y, cuando veo los kilómetros que me quedan en un cartel, me da un buen bajonazo. El paso por Aibar, ya con un calor tremendo, me devuelve a la dura realidad.


Llevo varios kilómetros sin poder beber nada. No hay manera de rellenar los bidones sin salirse de la carretera y alargar la distancia. Me adelanta una chica en bicicleta de carretera a la que sigo durante un buen rato a unos metros de distancia, hasta que llegamos a Eslava y decido desviarme para coger agua y para comer algo más.


Hay una buena fuente y me preparo una buena comida. Me meto unos garbanzos, un aperitivo previo de atún y, para completar el almuerzo, me preparo un buen café. Hace muchísimo calor y no tengo ninguna prisa.


La salida de Eslava me devuelve a la carretera principal y sigo subiendo por esta vertiente del puerto de Lerga.


Llevaba ya un buen rato subiendo sin parar pero es ahora cuando la carretera asciende con más continuidad y con una pendiente más propia de un puerto.


Más de ocho kilómetros pero no llega al 4% de media. Aunque en esta parte final sí puede haber un 6% más constante.


En un cruce de carreteras, más propio de una autopista que de una carretera en la que no he visto ni un solo coche, se llega al puerto de Lerga.


El rápido descenso me lleva a San Martín de Unx, donde se puede establecer el inicio de la vertiente opuesta.


Dejo San Martín de Unx y sigo bajando, más suavemente, hacia Tafalla. La zona es seca de narices y han construido el Canal de Navarra, que se inauguró hace tres años, para dar de beber a estos campos y transformarlos en regadíos.


Bastante achicharrado, llego a Tafalla. A pesar de llevar toda la jornada con viento de cara, ya llevo cien kilómetros hechos y el objetivo de llegar a Estella en el día de hoy empieza a verse cercano.


Pero son casi 35km los que me esperan con un viento de cara fortísimo y unas rectas que acojona solo el verlas. Me viene el recuerdo a la cabeza del tramo que tuve que sufrir entre Huesca y Ayerbe en el que no podía pasar de 12km/h en el llano.


Y así sucede, tal como me temía. Agachando la cabeza, apretando bien el culo, cagándome en lo más pintado, voy avanzando a ritmo de chiquillo paseando con su triciclo por el parque.


Si es que da por culo hasta ver las fotos y recordar estos momentos. ¿Y si esto me lo encuentro en Guadalajara dentro de unos días? ¿Y si me sopla así el viento camino de Cáceres con dos mil kilómetros en las piernas? Mejor no pensar.


Para más desgracia, empiezo a tener ganas de cagar y no hay un puto seto tras el que meterse a soltar la basura. Llevo ya unos buenos kilómetros aguantando las ganas cuando llego a Larraga y empiezo a ver la luz.


En medio de la nada, me encuentro con una casa abandonada con piscina, con frontón, con parque de juegos infantiles. Esta es la mía, pienso. Me meto por un hueco que hay en la valla dispuesto a dejar un regalo escondido tras alguna pared.


Pero va y llega un lugareño con un 4x4 y se queda en la puerta con el motor en marcha tocándome la moral. Decido abortar mi elaborado plan para jiñar y seguir camino. Ya habrá otra opción a orillas del río Arga.


Pero ni de coña, no encuentro dónde plantar un pino. No me extraña porque si plantas aquí un pino lo más normal es que se muera.


Perdida en la llanura, me encuentra esta chabola a la que le toca el premio gordo. Ya llevo tiempo esperando así que ya se ha acumulado bote.


Con algo de lastre suelto, sigo luchando contra lo invisible. Ya solo me queda pasar por Oteiza para llegar a Estella y dar por concluida la etapa.


A medida que voy llegando a Estella, el paisaje mejora notablemente. Por lo menos, el horizonte se muestra desigual, con el perfil de las sierras de Urbasa y de Santiago de Loquiz.


Un kilómetro antes de entrar en el núcleo urbano, llego a un área recreativa en la que hay una buena fuente y por donde pasa el Camino de Santiago. Como voy cargadito con alforjas, mucha gente me pregunta si lo estoy haciendo. Pero no, mi ruta es más interesante aunque me esté resultando parecida en los últimos kilómetros.


Entro en Estella y hay mucho turista haciendo fotos a los numerosos motivos religiosos que te puedes encontrar en este punto clave del Camino. Grupos con guías por todas partes, mucho mochilero con botas más para andar por el Aneto que para caminar a 30ºC por pistas llanas, ... Vamos, lo típico del Camino de Santiago en el mes de julio.


Llevo 135km en esta jornada maratoniana y ya es hora de empezar a buscar un sitio donde poder dormir. No encuentro nada apetecible y decido seguir haciendo kilómetros. Hasta hay un momento en el que se me pasa por la cabeza seguir pedaleando y hacer una nocturna hasta casa. Total, si solo me quedan 140km y, salvo la ascensión al puerto de Opakua, luego es todo para abajo.


Estos primeros kilómetros desde Estella me llevan hacia Zudaire por terreno más o menos ascendente. En Zudaire tiene comienzo oficial la vertiente sur del puerto de Urbasa pero va picando para arriba desde mucho antes.


¡Qué barbaridad lo que ha mejorado el paisaje! Aunque sigue siendo una zona bastante seca, la vegetación aumenta y, sobre todo, el perfil montañoso que me acompaña hace que cada curva muestre algo diferente.


A poco de llegar a Zudaire, encuentro un área recreativa que es perfecta para tirar la tienda de campaña. Llevo 150km y, aunque no estoy nada cansado y podría tirar para delante, decido no hacer el indio y parar a descansar.


La zona tiene dos alturas y, en la superior, no hay visión directa desde la carretera, lo que hace que el lugar sea perfecto para acampar.


Ceno algo y casi vacío las alforjas. Apenas me queda un poco de colacao y de leche en polvo para desayunar mañana y solo una lata de lentejas a la riojana para comer. Como será la última etapa y me he quedado solo a 120km de casa, no me importa demasiado. Casi mejor, menos peso que tengo que arrastrar mañana.

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2 Comentarios

  1. No había visto esta entrada.
    ¡Pasaste por la puerta de mi casa!, de hecho en una foto puede verse...
    El puerto que empieza en Bagüés yo lo bauticé, en un alarde de originalidad, como Puerto de Bagüés y siempre lo he llamado así en mi blog.
    De allí hasta Sos es mi carretera de toda la vida, me alegro que te gustase.
    Un saludo.

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    1. Pues con tu permiso, renombro el puerto. Muchas veces uno pasa por altos que no sabe cómo se llaman y ni los propios lugareños te lo aclaran y, por huir de la obviedad, tendemos a no ser originales, jejeje
      Bonita carretera para perderse con la bici. ;-)

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