Medida de choque

No es la primera vez que, tras una buena paliza en bicicleta, decido acompañar a Amaia en su sesión diaria de carrera a orillas de la ría. No hay mejor manera de hacer que las piernas se oxigenen bien para tener una recuperación algo más rápida.


Pero claro, el problema es ponerse en marcha. Salimos prontito de casa y estoy que no me puedo ni mover. Los primeros metros son un sufrimiento exagerado. Voy preguntándole cada poco rato cuánto llevamos recorrido. Me ha dicho que la sesión no será muy larga pero me la suele jugar bien jugada.

A medida que vamos haciendo trecho, me voy encontrando mejor. Aún así, el fortísimo calor hace que vayamos parando en cada fuente. Por fortuna, esto no es Barcelona y todavía podemos correr a pecho descubierto.

Al final, algo más de nueve kilómetros que, haciendo como hace más de un mes desde la última vez que me puse las zapatillas, no está nada mal. Creo que seré más asiduo a la carrera a pie ahora que tengo bastante tiempo libre.

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