El viaje soñado (I) FRA - ITA

Una vez reconducidos los planes tras el percance de la gasolina me dirijo al inicio de Vars. El Lac de Serre-Ponçon (que se me olvidó fotografiarlo y lo hice en el viaje de regreso) es inmenso, y en Guilestre comienzo mi periplo alpino manteniendo los ojos bien abiertos.




Coincido con algún que otro ciclista de avanzada edad en la ascensión y con muchas mujeres en bicicleta, algo muy común por allí arriba y a lo que no estamos acostumbrados.




A falta de un par de kilómetros para coronar me topo con un fotógrafo (me sucederá en varios puertos franceses) que me da una tarjeta con la dirección web en la que se supone que tendré que comprarle la que me ha sacado haciendo poses desde el suelo.



Corono junto a un puesto de 'souvenirs' y un par de alemanes me piden que les fotografíe con su cámara. Ha sido un puerto muy suave, sin ninguna rampa que reseñar en sus casi 20km. Es pronto y ya hace bastante calor.



En el descenso me dedico a sacar más fotos, hasta que pincho al paso por unas obras que están haciendo en el pueblo de Vars, donde me detengo bajo el telecabina para hacer la reparación.






El resto del descenso me recuerda lo espectacular que ha sido la primera parte de la ascensión.





Mi siguiente objetivo es el gran objetivo de la jornada y uno de los principales de todo el viaje: el Colle dell´Agnello. Fue uno de los primeros que marqué como imprescindible en cuanto ví alguna que otra foto del bicho. Es muy largo, superando los 30km, y con los diez últimos al 10% de media, por su vertiente italiana. La otra, la francesa (Col d´Agnel), la hago con el coche, que lo dejo en la misma cima antes de iniciar descenso hasta Frassino.





El Agnello es .... ¡¡¡¡espectacular!!!!























Me he quedado maravillado con este puerto, de una grandiosidad que te hace sentir muy pequeñajo. ¡Como todo lo que me queda sea así! En el descenso por la vertiente francesa voy disfrutando como un enano. El paisaje es majestuoso.

En Cháteau Queyras, en el cruce de inicio, dejo el coche para comenzar la subida al Col d´Izoard. El contraste con el Agnello es bestial. Más corto, menos duro pero, sobre todo, la diferencia es paisajística. El verde contínuo del puerto italiano desaparece en esta zona pétrea. No me agrada tanto, ni mucho menos, pero sigue siendo un puerto de muchísima entidad. Hace muchísimo calor y mucha gente en la cima.















Vuelvo a por el coche y decido por dónde seguir. Tengo que llegar a St. Michel de Maurienne desde Briançon pero, por no cruzar el Galibier y por ver Montgenevre y Sestriere que tenía previstos inicialmente, elijo cruzar por el Túnel de Frejus, en el lado italiano.

El tramo es muy pestoso, con mucho tráfico de camiones. Parece que he tenido suerte con el cambio de planes a causa de la gasolinera. Además, tampoco es que sea nada del otro mundo.

En Cesana me desvío hacia Frejus sin llegar a Sestriere y, al llegar al túnel, me como un buen atasco de camiones que esperan para pasar por el peaje.



Después de un buen rato, llega mi turno. El precio del túnel es de ¡¡38 euros!! ¡¡Ni hablar!! Cobran peaje con un bono semanal ¡qué jetas! con lo que el precio es abusivo para quien solo quiere pasar en una ocasión. Le digo a la cajera (en Italia nos entendemos fácilmente) que no quiero pasar, que me dejen dar media vuelta, y unos carabinieri me abren una valla para que pueda dar media vuelta. Prefiero pasar el Galibier a que me time esta gente.

Doy la vuelta hasta Briançon y ya han pasado las 7 de la tarde. ¡Oh, no! ¡Gasolineras cerradas! Subo Galibier muy suave, ahorrando combustible todo lo que puedo. ¡Ya echaré mañana en St. Michel! En una explanada, ya descendiendo, decido pasar la noche.

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