Crónica de un 5.000

Amanece en Bilbao. Marion La_Paris Jones y Maurice Pieatierra Green se asoman a la ventana. Está lloviendo.
Hoy es el gran día. Ambos han dejado atrás su etapa de velocistas para pasarse al medio fondo. La prueba, un 5.000 organizado por la UPV (Universidad del Pais Vasco) y que se disputa por parejas mixtas. Solo hay una regla. Hay que ir juntitos toda la prueba. La inscripción gratuita. Nos han dado el dorsal 41 por internet.
Ander tiene jornada con botas en la salida mensual que organiza el Ayuntamiento de Bilbao. Se van a no sé qué monte. Está bien preparado, no hay problema.

Le dejamos con sus colegas y nos vamos al paseo de Uribitarte, lugar de la carrera. Allí luciremos zapatillas.

Bueno, algunos luciremos los agujeros que tienen ya.

Llegamos a Uribitarte y están ultimando detalles.

Hemos llegado muy pronto, pero se van acercando los participantes. Junto a nosotros, apoyando la pierna en la barandilla de la ría para realizar estiramientos, se coloca Said Agüita, que correrá acompañado de su esposa, la maratoniana etíope Lamía Singash. Un poco más allá, en la zona de dorsales, con su inconfundible figura tallada durante años, haciéndose un hueco entre los fotógrafos, asoma Florencia Grifith, que correrá junto a su cuñado Florentino Grafiti, venido a menos desde que dejó de esnifar pintura. Delante nuestro se pone el dorsal, tan bajo que casi se perfora el clítoris. Las mallas le marcan hasta el mismísimo diu.

Van formándose las parejas mixtas. Abelino Cantón baja del coche junto a su pareja de siempre, Martina Fiz, que por fin ha logrado ser una mujer y puede participar junto a él. Hoy no se ha depilado y comenta junto a nosotros lo pobladas de sus piernas. Qué poco pofesioná, por Dios!!!

Se acercan las 10:30. Los jueces llaman a formación en la línea de salida. Los corredores nos vamos acercando y vamos tomando conciencia de la participación real. Más de 200 parejas nos hemos dado cita en este "criterium internacional".

Un juez toma las riendas del micrófono cuando cesa la música de fondo. A su voz de "preparados", Marion La_Paris Jones se arrodilla lentamente, con cara de profunda concentración y mirada perdida va descendiendo su cabeza y levanta el culo en su "marca". Mientras tanto, Maurice Pieatierra Green, o sea yo, me muestro más nervioso. Avanzo unos metros y regreso a la línea de salida mordiéndome la lengua, haciendo gestos extraños, luciendo la cadena de oro de mi primera comunión.
Suena el pistoletazo de salida. Nos tiramos al suelo, y cuando nos damos cuenta de que el disparo era de fogueo, ya nos lleva 100 metros el grueso del pelotón.

Empezamos a correr a ritmo tranquilo y no parece que haya excesivos codazos por mantener la posición. A mi lado, Carlos Lewis y su suegra Benita Johnson que han venido a por el crédito universitario que se otorga por participar. Benita no parece en gran forma y ya se para en los primeros 300 metros de prueba. Le ha dado flato. El desayuno ha sido excesivo por lo que parece.
Estamos a punto de parar a ayudarles pero nos damos cuenta de que para eso están las asistencias y que no debemos poner en riesgo nuestra media. Cada 50 metros hay una señora de avanzada edad ataviada con chaleco fosforito y botellín de agua para prestar auxilio a los desfallecidos. Seguimos compitiendo.
Antes de llegar a la curva de vuelta bajo el puente de la Universidad de Deusto, muchísimo antes a decir verdad, nos cruzamos con los líderes de la prueba. Se trata del gran Gebreselasie y de su compañera Laperralasie, que marchan a un ritmo endiablado. ¡Qué se meterá esta gente! ¡No lo entiendo! Marion acaba de salir de la cárcel por consumo de sustancias y aún así es una piltrafilla. Y yo, un día me mordí la lengua en una salida y a punto estuve de emular a Jim Morrison.

Por delante nuestro va otra pareja: Marta Sábadez y su hermano Martes Domínguez. Ella lleva las zapatillas con los cordones sueltos pero no se detiene por no perder la plaza. Les adelantamos y se le escucha: "estoy hasta las tetas de correr". Poco después abandonarían la prueba.
Poco a poco vamos completando la primera vuelta al circuito: los 2.500 metros. Nuestro ritmo es constante, sin signos de desfallecimieto como los que se están presenciando a nuestro alrededor.
Llegamos de nuevo a la altura del Guggenheim y los abandonos son cuantiosos. Muchas parejas deciden continuar andando mientras nosotros seguimos a lo nuestro, con ritmo constante.

Llegamos de nuevo al puente de la uni, tres largos completados y giramos rumbo a meta. El ritmo, el mismo de la salida, somos una máquina de devorar metros a velocidad constante, jejeje Los ánimos de los remeros que entrenan en la ría se agradecen, así como los aplausos de los pocos espetadores que se han dado cita a causa del elevado precio de las entradas.



Ya divisamos la pancarta de meta. Nos atrevemos a avivar un poco el ritmo que hasta ahora en ningún momento nos ha impedido mantener una conversación en carrera. Y sin más, cruzamos la meta mientras por megafonía gritan nuestros nombres a los cuatro vientos.
Nos hacen entrega de la bolsa-avituallamiento de regalo, con chocolates, bollos, muestras de perfumes, cremas calentadoras, ... ¡una pasada de bolsa! y nos vamos a los mostradores de cocacola. Nos tomamos una, cogemos un botellín de agua para el camino de vuelta a casa, y nos ponemos en la pequeña cola de recogida de las camisetas de regalo para los que vamos cumpliendo el recorrido.
Había hasta un set de masajes, pero nos parecía demasiado para unos profesionales venidos a menos como nosotros, jejeje.

Y más felices que un ocho, para casa, con parada en la pastelería.
La próxima ya tiene fecha: un 8.500. Bah!! Sin problemas. Estamos que nos salimos, jejeje

0 Comentarios